Yo, me, mi, conmigo-

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miércoles, 8 de febrero de 2012

#15 Kilómetros


LORENA

-Hola, ¿Qué tal?- Pregunte un poco avergonzada, sin darme cuenta de que le hablé en español. No me dio tiempo a rectificar.
-Bien y ¿tu?- Contesto el chico en español. Me miró a los ojos. Eran preciosos. Color miel. Su tez era morena y parecía bastante alto.
-Genial…Oye, perdona que te hable en español… ¿hablas español, no?- Me intenté disculpar. Qué tonta que estaba por las mañanas. Pero bueno, ya me daba igual.
-No pasa nada, soy español. Y of course que hablo español- Dijo riendo. Una media sonrisa maliciosa, traviesa. Unos dientes blancos como el marfil y unos labios dulces.
-Ya decía yo, mi chip busca-españoles se ha activado solo- me reí- Por cierto, ¿a dónde vas?- Intenté sacar tema de conversación. Mi pregunta fue tonta. Demasiado tonta.
-Tu chip- se rió otra vez. Sus ojos eran cada vez más oscuros. Su tez se volvía cada vez más blanca.-. Yo a Madrid y ¿tú?
-También… ¿Oye, estás bien? Te has puesto muy pálido…
-Ah, esto…- Dijo el chico sonrojándose. Miró hacia el suelo. Su pelo castaño se revolvió a causa de su mano.- Sí, estoy bien. Tengo el hierro bajo, y necesito tomarme las pastillas. ¿Cuántos años tienes?
-Ah… Bueno, espero que no sea grave… Tengo catorce. Por cierto, Lorena- Le tendí la mano.
-Dieciséis. Por cierto, Javier. Oye, ¿hace unas semanas nos vimos en el metro verdad?
- Si, creo que si.- Nos sonreímos. A Javier se le cayó el bolígrafo que tenía en la mano, que mientras, había estado moviéndose continuamente. Se agachó para recogerlo.
-Perdona, estoy muy dormido… Ya sabes la hora que es… ¿Qué tortura no?- se rió y yo también me reí.- Oye, ¿tienes Facebook o Tuenti?- Preguntó Javier.
-Si, tengo los dos. Agrégame tú y ya te aceptaré.- Le pedí el bolígrafo  que tenía en la mano y cogí una servilleta limpia que había al lado mio. Escribí mi nombre. Me sentía una actriz o alguien famoso dando un autógrafo. – Aquí tienes… No sé si entenderás mi letra.- Dije riéndome.
-Si, si, tranquila si la entiendo perfectamente, yo escribo muy mal. ¡Ah! Yo me llamo…

Todo acabó rápidamente. No pudo acabar la frase por culpa de la señora de megafonía. Anunciaban el vuelo a Madrid. Mis padres salieron enseguida a mi encuentro y me levanté antes de que me vieran sentada con un chico.

-Bueno, un placer Javier. A ver si nos vemos otro día.- Dije a la vez que me escapaba y le saludaba con un brazo.
-Si Lorena, seria genial volver a verse…- Oí decirle a lo lejos.

Recorrimos los amplios e iluminados corredores del aeropuerto en busca de la puerta A58. Finalmente llegamos a nuestro destino.

-Atención. Familias con niños pequeños, por favor. Pasen delante. Por favor. Atention. Families with…- Dijo la señora de megafonía con un acento horrible. Mis padres y yo no nos lo planteamos dos veces. Cogí de la mano a Sofía y la arrastré hasta el embarque. Enseñamos los billetes y entramos en el avión. Asientos 12 A, B, C y D.
-Me pido ventanilla.- Dije elevando el tono para que Sofía, que iba la primera, me dejara pasar.
-No vale, yo quiero ver el cielo.- Dijo Sofía empezando a llorar.
-Vamos, no llores Fifi…- Dijo mi padre dejándose caer en el asiento separado de nuestra fila.
-Vamos, Fifi, déjame a mi la ventanilla. Yo te dejo en el medio y así puedes dormir encima de mamá.- Dije escurriéndome entre los asientos hasta mi esperado lugar.
-¡Mamá!- Dijo Fifi llorando a moco tendido.
-Sofía… Vamos, no llores. A la vuelta, vas tú en la ventanilla, ¿vale, Lorena?- Dijo mi madre mirándome amenazadoramente.

Asentí con la cabeza. Rebusqué mi móvil para apagarlo. Encontré un papelito arrugado. Lo abrí y vi unos números. Empecé a sonreír como una tonta. Era lo que Javier había escrito en el papel. Apagué el móvil y miré a mi alrededor. No había gente de mi edad, menos mal, así podía dormir tranquilamente sin preocuparme de cómo estaría mi pelo después de dos horas durmiendo en un avión. Dieron las explicaciones de seguridad y me dormí intentando pensar que el avión no se estrellaría.

PABLO

No podía parar de dar vueltas en la cama. Ana no me contestaba a ningún mensaje desde el jueves. Recuerdo lo que me dijo Jorge como si fuera ayer.

-Pablo... ¿Qué te dice esa?- Dijo éste mirando la pantalla de mi móvil.
-Nada… Dice que la deje en paz.- Miré la pantalla del teléfono. Una foto de Ana y yo, sonriendo. Aquella foto era de hacía unos meses, cuando volvíamos del parque de atracciones. Ana no quería subirse a la montaña rusa, porque decía que le daba miedo. Tenía miedo de que se le cayera el bolso. La convencí de que subiera. Pero cuando estábamos a punto de subir, dijo que tenía miedo de morir. La cogí y la besé con todas mis fuerzas. Finalmente subió a la montaña rusa y rió como una niña pequeña. Gritó con todas sus fuerzas. Su pelo castaño revoloteaba al son del viento. Sus dientes perfectos relucían bajo el sol. Cuando bajamos, me sonrió. Dijo que me amaba más que a nadie. Que era su vida. Que era la alegría por la que se levantaba cada día. Jorge nos hizo la foto. Dijo que habíamos salido feísimos. Ana le arrancó el móvil de las manos y se rió. Dijo que le encantaba la foto. Y así pues, la puse de fondo de pantalla.

-¿Pero cuántos mensajes le has enviado desde el otro día?- Dijo Jorge interrumpiendo mis recuerdos.
-Pues tío, sólo dos. Uno diciéndole que si quedábamos un día de estos, y otro al cabo de tres días, preguntándole que si estaba bien. Y ahora me dice que la deje en paz.
-Mira, no sé tú, pero creo que la idiota te la está jugando. Eres muy inocente Pablo.
-¿Cómo que inocente? ¿Yo? Jorge, estás mal… Bueno, ahora tiene muchos trabajos para la universidad… Será por eso. ¿No?
-¿Trabajos para la universidad? Y qué. Eso no significa que no pueda contestarte a los mensajes tío.
-Bueno, Jorge, cuando yo estaba acabando el colegio, yo no le contestaba… Bueno, si que lo hacía… Pero…
-¿Pero qué?- me interrumpió Jorge.- Ella no lo hace, sabes… Plantéate vuestra relación.
-Tronco, cierra el pico ya.
-No, te digo la verdad. Pregúntaselo a los demás. Seguro que te dicen lo mismo que yo…
-Jorge, no me estarás ocultando algo, ¿no? Porque si sabes la verdad, dímela a la cara.
-¡Pablo, joder! ¿Te crees que si supiera que Anitolis te pusiera los cuernos, seguiría viva? Vamos… Vamos.
-Como la toques, es que no sé que te hago.- Dije enfadado.- ¿Sabes? He estado pensando en aceptar la solicitud en la universidad de Bath… Encontré el otro día la carta que decía que me aceptaban. ¿Te acuerdas que les dije que haría un año sabático, no?
-Ah… Bueno, como quieras, tío. Sí, deberías aceptarla, así al menos puedes conocer otras chicas, que no sean Anitolis… ¿Y yo qué haré?
-¿Cómo que qué harás?- Pasé por alto su comentario sobre Ana. No quería discutir más. -Pues tú deberías plantearte ir al master de París, ese de ciencias políticas o no sé qué historias…
-Ah, si… Ya bueno, oye, tío es que yo ahora estoy perfectamente aquí.
-Hombre, y yo. A mi no me apetece volver a hablar inglés todo el santo rato.

Jorge y yo, no estudiábamos nada de momento, ya que habíamos decidido hacer un año sabático. En nuestro instituto, el inglés era el idioma prioritario, y nos habíamos criado entre idiomas. A parte de eso, hacíamos clases de inglés fuera del colegio. Y así pues, con el francés lo mismo. Jorge se le daba mejor el francés que a mí, quien sabe por qué.

LORENA

Un golpe. Dos golpes. Tres golpes. Sí, lo había entendido, debía despertarme. Habíamos aterrizado. Nos dirigimos a recoger las maletas. Allí me encontré a Javier de nuevo.

Hey, Bella Durmiente!- Dijo Javier al verme. No podía ser. ¿Me había visto dormir?
-Ah, hola…- Dije tocándome el pelo intentando averiguar si tenía algún bulto raro, o tenía el moño deforme.
-Estás perfecta, tranquila. Ah, y por la cara que pones… Sí, te he visto dormir.- Dijo Javier respondiendo a mi pregunta. 
-Ah, genial…- Dije, mientras que veía como aparecían algunas maletas.

Nuestras maletas salieron rápidamente. Me despedí de Javier. Cuando salimos, el sol brillaba. No había ni una sola nube en el cielo azul. Por fin veía el cielo azul, y no gris como en casa.  Me quité la sudadera. El aire era fresco, olía muy bien, a parte del tabaco de los taxistas. Vimos a mi tío. Lo saludamos con un pequeño abrazo cada uno y nos llevó  a casa.
Llegamos a casa, bueno, casa. Sinceramente era un piso, pero yo le llamaba casa. El edificio tenía cinco pisos y nosotros estábamos en el quinto. El piso era de esos que tienen una buhardilla. El piso era bastante grande, para estar céntrico. Tenía tres habitaciones, cuatro baños. En la buhardilla, había un baño y mi habitación. La cocina era bastante grande con una mesita para dos. Aquella mesa no servía para nada, ya que todos desayunaban en el salón. Yo, especialmente, desayunaba en el sofá viendo la televisión. El salón era también bastante amplio, con un espacio grande para la mesa de comer. En el salón teníamos tres sofás haciendo un cuadrado con la televisión. Había un balcón donde cabía una mesita pequeña para picar algo fuera y un par de tumbonas. Si íbamos a vivir allí, estaría bastante cómoda.
Y os preguntaréis que cómo teníamos ese piso. Mi abuelo, era banquero. En el momento más alto de su carrera, un edificio céntrico se había inaugurado. El edificio tenía tan sólo cinco plantas con cinco viviendas. De las cuales, dos, se le fueron otorgados como regalo del banco. Mi abuelo, aceptó encantado, pero ordenó que el ascensor sólo llegara hasta el cuarto piso. Y así se hizo. Mi abuelo consiguió que le pusieran escaleras a la cuarta vivienda, haciéndola un dúplex. Y así pues, cuando falleció mi abuelo, mi queridísimo abuelo, mi madre heredó el establecimiento.

Me tiré al sofá con mejores vistas a la televisión, tirando mi mochila al suelo lo antes posible para poder poner los pies en alto. Sofía estaba corriendo por toda la casa preguntando cada dos minutos.

-Entonces, ¿viviremos aquí el año que viene? Que guaaay- Dijo Sofía después de un tour completo del piso.
-Si, seguramente, a no ser que compremos una casa que venden cerca de un colegio, aunque aquí cerca hay uno que no esta nada mal…- Contestó mi madre nostálgica.

Resoplí más que nunca y mi madre puso los ojos en blanco. Pasé completamente y cerré los ojos. Enseguida, el mundo de los sueños me había raptado. Mi submarino Marín, me llevó hasta aquel mundo perdido. Marín era amarillo, con mil ventanales, y un suelo de cristal, por el cual, podía ver los peces nadar.

Llegué a mi destino, y me sorprendí. Estaba en el parque. Una semana atrás. Otra vez, y volvía a ver a Tom, con todos alrededor. Contaba su historia con Jessica… Aquella Jessica. Aquella que había robado a Tom de entre mis brazos. Lo tenía casi, casi. Casi era mío… Pero de repente, un cambio drástico. Tom se acercó a mi, y me agarró de la cintura y me besó. Era feliz, mis problemas desaparecieron. Desaparecieron como el humo.

-Lorena, despiértate. Baja al kiosko a por el periódico y la revista de tu hermana. Si quieres puedes comprarte tu una revista...- Dijo mi madre interrumpiendo mis sueños. Abrí un ojo y la vi rebuscando en su monedero.
Lo único que pude decir fue un simple ‘Mmhh..!’

No me apetecía nada. Ese era uno de esos días en los que lo único que te apetece hacer es estar tumbada en pijama con el ordenador, o ver la tele sin que nadie te moleste. Pero en mi casa no se puede hacer realidad un día así… Bajé al kiosko con el chándal y la mochila aún sin deshacer.

PABLO

Al cabo de horas dando vueltas en la cama y cambiando de canción cada dos minutos, decidí bajar al salón. Como era de esperar, Juan, estaba jugando a la Wii.  Con sus siete años ya es un máquina. El típico niño que es un viciado a los videojuegos y al fútbol.

-Juan, ¿que haces tan temprano jugando?- Le pregunté mientras que me sentaba en el sofá.
-Son las doce y media, no es tan pronto…
-¿Las doce y media? ¿Ya?- me quedé pensativo un rato. ¿Qué había estado haciendo durante seis horas tirado en la cama? Ana era la respuesta.
-¿Juegas conmigo un rato…?- dijo Juan señalando la pantalla con la cabeza.

Asentí sin remedio alguno. Estuve un rato jugando con Juan a la Wii. Llevaba despierto desde las seis de la mañana. La de cosas que podría haber hecho en esas horas. Salir a correr un rato, ir al gimnasio, ducharme, llamar a Ana… Vaya, que un montón de cosas que no hacía últimamente. Mi pobre cuerpo estaba sometido a estar de pie casi todo el día y no podía hacer lo que me venía en gana. Cuando derroté por segunda vez consecutiva a Juan, decidí darme una ducha antes de comer.

Fui a mi habitación y vi que Jorge aún dormía. Le di un almohadazo, pero siguió durmiendo… Y decía que tenía el sueño ligero… Ya, claro. A veces me preguntaba qué pasaría si hubiera fuego en casa o cualquier otra cosa: él no se despertaría… Cogí mi ropa y me dirigí al baño. 

Recorrí el pasillo y encendí la radio. Estuve cambiando las emisoras a la vez que me desvestía. Finalmente encontré una buena canción y me metí en la ducha. El agua corría a toda velocidad por todo mi cuerpo. La música sonaba cada vez más cercana a mí. Ana desaparecía poco a poco de mi mente y dejaba paso a una sonrisa. Y empezó a sonar aquella canción. Aquella canción con la que había sonreído y bailado tanto. Aquella que siempre hacía que una sonrisa se posara en mi rostro. ‘’She’s the one’’ de Robbie Williams. Y esta vez, lo contrario ocurrió. Mi sonrisa dibujada se borró inmediatamente. Quise llorar. Gritarle al mundo lo harto que estaba de todo. No tenía razón alguna. Ninguna. Ana volvió a aparecer en mi mente. Pero esta vez la vi extraña. Pero demasiado tarde, acabé de ducharme a tiempo para poder apagar la radio. Me vestí rapidamente y fui a mi habitación. 

Jorge seguía durmiendo. ¿Pero a qué hora se durmió? Si habíamos llegado juntos a casa… Ah, es verdad. Jorge estuvo toda la noche vomitando. El tonto, después de salir de la discoteca, bebió demasiado y se cogió una borrachera. Decidí no molestarlo, era mejor que descansara.

Preciosos. Aquí tenéis varias partes de kilómetros. Os lo merecéis de verdad, he tardado años en publicar, y no soy menos por poneros bastante cosa. Os aviso que a partir de aqui.. Las cosas no son como creéis.

mil besos,

Carmen. <3

recomendación musical.

Os lo he puesto el link en español... Pero no está muy bien traducido.


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lunes, 30 de enero de 2012

#14 Kilómetros

LORENA

Decidimos irnos a nuestras respectivas casas sobre las seis y media. Habíamos estado hablando y charlando sobre nuestras cosas. Álex, empezó a fumar, y seguido de la primera colilla, le siguieron tres, y después cuatro. Todos habíamos fumado como mínimo dos, cuando ya sin pitillos, nos dignamos a irnos.

Llegué a casa sobre las siete y cuarto y me fui a mi cuarto. Preparé la maleta, ya que durante la semana, no podría, y prefería hacer los deberes para no tener que llevarlos a Madrid…
Lo que quedaba de semana paso muy rápido. Recuerdo, que el miércoles, día corto de la semana, ya que acabamos a las doce y cuarto, me fui con Miguel, Álex y Marina a comer. Silvia y su novio, Jaime, estaban, como siempre, juntos. Y bueno, Tom había quedado con Jessica para ir a comer, y Laura, pues tenía natación, y no podía venir con nosotros.

Cuando llegamos a la pizzería, nos encontramos con Tom y Jessica. Obviamente, me quise ir enseguida, ya que no podía soportar el hecho de verla en persona. Volví a salir y respiré profundamente. Me puse a dar unas cuantas vueltas intentando relajarme. La gente me miraba con tal cara, que me asusté. Finalmente, ya cansada, decidí entrar otra vez. Hice un rastreo rápido de la sala, y finalmente los encontré. Se tuvieron que poner en el peor lugar del restaurante. Detrás de Tom. Genial.

-¿Pero por qué me hacéis esto?- Dije dejándome caer sobre mi silla.
-Shhh…- Dijo Marina seriamente.- Es para espiarlos, tonta.
-Sí, porque yo no me fío de su relación…- Dijo Miguel a lo bajini.
-¿Por qué?- Dijimos Álex y yo al unísono.
-Ah, que es verdad… No estabais cuando lo contó todo. Dijo que la conoció en no sé donde, pero bueno, eso es lo de menos. Lo más raro es que no sé si te has fijado, pero últimamente va de chulo por la vida.
-Ah, sí. Sí, lo sé…- Dije lentamente.- Hoy en matemáticas, me ha explicado todo con un aire muy importante. Y concluyó su explicación con un: ‘’Es super fácil, no sé cómo no lo entiendes, Lorena.’’- Marina resopló y empezó a observar la pareja.
-Deberías olvidarte de él.- Dijo Miguel.
-Ya… Eso intento.
-Oye, ¿cuándo te vas estas vacaciones?- Dijo Álex.
-El… Sábado. ¿Por?
-Ah, no por nada.- Dijo Miguel interrumpiendo a Álex, que intentó hablar.
-Bueno...- Dije.- Quiero una pizza margarita, no tengo mucha hambre.- Dije cambiando de tema.

Las chicas no consiguieron convencer a mis padres, como sabía yo bien. El viernes llegó después de horas interminables. Salí con ellos al parque y finalmente, me despedí de todos, y acabé llorando, como siempre.

En poco tiempo, me encontraba sentada en un asiento del aeropuerto a unas horas muy tempranas de la mañana. Decidí ponerme los auriculares y relajarme. Agarraba con las dos manos mi mochila que tocaba el suelo. Iba con un chándal, ya que aquella mañana no tenía ganas de decidir que ponerme. En la maleta llevaba todo mi armario, y más de la mitad de mis bolsos.

Estaba esperando a mis padres para que salieran de la tienda. Hacía fresco y decidí ponerme la sudadera. La gente pasaba. Algunas con prisa, y otras tranquilamente. En un aeropuerto no sabes lo que te puedes llegar a encontrar. Un señor pasó lentamente y me fijé que era mi antiguo profesor de biología. Me quise esconder. Pero fue demasiado tarde.

-Lorena, hola. ¿Qué tal?- Dijo éste levantando un brazo.
-Bien, gracias, ¿y usted?- Dije incorporándome otra vez.
-Bien, venga. Hasta la vuelta. Estudia.- Sí hombre… Encima iba a estudiar en mis arruinadas vacaciones.

Estaba cambiando de canción cuando un chico de unos dieciseis años aproximadamente se sento al lado mío.  No me lo podía creer. Era el mismo chico que me encontré hace una semana en el metro. Puse en pausa la canción. Me fijé un poco más… ¿Por qué se sentaba al lado mío, habiendo mil asientos más libres? Llevaba un bolígrafo y un papel en mano. Empezó a escribir números, muchos números. Cuando finalmente acabó de escribir, me atreví a decirle algo.

PABLO

Me desperté muy pronto. Mi cuerpo presentía que ocurriría algo aquel día. Sábado. Que raro, un sábado suelo dormir hasta tarde. Además, la noche anterior, Jorge y yo tuvimos que trabajar hasta más tarde, ya que empezaban las vacaciones, y todos iban a la discoteca para festejarlo.

Me quedé en la cama escuchando música tranquila con el iPod, para ver si podía dormirme, pero no sirvió de nada… Jorge seguía durmiendo y de vez en cuando suspiraba tan profundamente que pensaba que se moría o algo. Me empecé a reír.  Qué personaje este chico, qué personaje.


Holaaaaa :3 Ains, mil gracias, mis dos pequeñas fieles seguidoras u.u Esto es taaaaan triste, sí sí. Tan solo vosotras!


Pero sabéis, al menos me dais ánimo y me hacéis seguir escribiendo. Con vosotras me conformo, no quiero una ametrallada de comentarios xd. Estoy llegando al final del libro, y bueno, me he emocionado hasta yo jajaja.

Por cierto! No penséis que será una historia de amor de estas un poco repipis. Jajajaja no... No... No sabéis lo que os espera... 

BUENO, que mil beeeeeeeeeesos :) Que gracias por estar ahí siempre, y bueno que me emociono :')

Carmeeeeen <3
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sábado, 28 de enero de 2012

#13 Kilómetros

LORENA

Llegamos a nuestro banco, y vi que todos habían acabado de comer y escuchaban atentamente a Tom. En cuanto Álex y yo nos plantamos delante, todos se percataron menos Tom, que siguió hablando.

-¿Qué ha pasado, Lore, Álex?- Dijo Laura.
-Bah… Nada. Que Álex ha venido a ver qué me pasaba… Un simple mareo.- Dije intentando parecer lo más normal posible.
-Joder… ¿Y qué tal estás ahora?- Dijo Marina levantándose y dándome un abrazo. Permaneció bastante tiempo, y me di cuenta de que me susurraba algo al oído.
-Lore… A Tom le gusta mucho esa tal Jessica… Lo siento, mi amor…- Dijo Marina lentamente. Otra vez las ganas de vomitar, pero me aguanté.

Nos separamos y Álex se sentó en el banco, y yo me senté en el suelo, con las chicas.

-Bueno, Tom. Sigue.- Dijo Silvia con tono amenazador.
-Pues…- Dijo Tom mirándonos a Álex y a mí.- A ver, estaba diciendo como la conoci y tal… Y eso. Que el otro día quedamos, y estuvimos hablando… Y eso, le pedí salir. Y me dijo que sí.
-Ah…- Dijimos Laura, Silvia, Marina y yo al mismo tiempo.
-Vaya, enhorabuena tío…-Dijo Miguel dándole un golpe en la espalda.
-Sí Tom…- Dijo Álex, haciendo lo mismo que Miguel, pero al mismo tiempo que me miraba.
-¡Bueno!- Dije sin querer.
-¿Qué pasa?- Dijo Marina.
-¿Eh?- Dije intrigada.
-¿Cómo que ‘eh’? Acabas de gritar ‘Bueno’ .- Dijo Laura riéndose.
-Ah… Pues me refería a que deberíamos movernos, si no, nos quedaremos como albóndigas…- Dije sin pensar. No tenía sentido, pero los demás se rieron por el tono tan serio que me salió.
-Vale… Loren, estás fatal.- Dijo Álex riendo.
-Pero por eso la queremos, ¿a que sí, chicas?- Dijo Silvia. Las dos asintieron y yo me reí finalmente.



PABLO

-No creo que esté con otro, J.- Dije preocupado.
-Ya… Tío, pues cuidado. No quiero que te haga daño esa cerda.- Dijo Jorge enfadado.
-No la llames así…
-Bueno, lo que tú quieras. Yo ya te he avisado.
-¡Vale pesado!- Dije levantándome y cogiendo el mando de la televisión.
-¡Pon Mtv! Creo que dan el ‘Tunning España’.
-Vale…

La tarde se fue consumiendo. Mtv. La playstation. Comida. Ordenador, más playstation.

Pequeeeeeeeeeeees ^^ Holis :3 El otro día, recibí un premio de una seguidora que es digna de verdad. Se llama PaulaaLovesYou (L), y bueno, luego están mis dos Chicas favoritas ^^ Silvia y Naomi :DD  En el siguiente capitulo, os pongo los premios, vale? ^^

Mil besos, mil gracias por leerme, y bueno, por todo en general :)

Carmeeeeeeeeeeeeeeeen^^
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jueves, 26 de enero de 2012

#12 Kilómetros

LORENA

Me giré al oír aquellos pasos.

-¿Estás bien?- Era Álex. Era el único que podía soportar las enfermedades de los demás, y al parecer, él era el único con el valor suficiente para venir a mi.
-No.- dije tragándome la saliva. Tiré la hamburguesa y no pude evitar escupir.
-¿Esás bien? ¿Qué te pasa, Loren?- Él era el único que me llamaba así. Decía que quedaba muy atractivo y sensual. Nunca lo entendí hasta aquel momento, que sonó precioso.
- Ayer vi la foto de perfil de Tom… Y hoy cuando ha explotado, me han dado ganas de, bueno… Sí, vomitar. Y bueno…No sé…- Álex y bueno, todos, sabían que me gustaba Tom. Éste jamás lo ha sabido, y jamás lo sabrá. Confiaba en mis amigos, y ellos confiaban en mí…
-Ya… Bueno, mira no sé qué decirte. Son los sentimientos los que hacen que tengamos reacciones en el cuerpo… Y bueno, a parte de Tom, creo que hay otra razón por la que te hayas venido aquí tan lejos… ¿no? Vamos, dime. ¿Por qué?- Dijo acercándose a mi.
-Pues bueno, porque también estoy harta de mi vida. Quería pensar, no tener que volver enseguida con vosotros. Quería pensar… Sobre lo de Facebook… Lo de mudarme a Madrid.  Que Tom tenga novia… Con que todo lo que haga, me salga mal.
-¿Te vas a Madrid?- Dijo Álex sorprendido.- Ven, vamos a ése banco y me cuentas.
-Bueno… Sí. Me mudo el año que viene. Acabo tercero y empiezo cuarto allí…
-Joder, no jodas…¿Y desde cuando sabes eso?
-Desde ayer por la noche. Ayer me fui de casa, y dormí en un banco de un parque cerca de casa. Le dije a Miguel antes, que le dijera a su madre que había ido a su casa a dormir aquella noche, o sea, ayer.
-Ya… Joe… Loren, cuanto lo siento.- Me abrazó. Lo necesitaba, necesitaba un buen abrazo. Me encantaba Álex. Podía contar con él para todo.
-¿Y tú que tal con Laura…?- Le dije intentando cambiar de tema.
-Con Laura…- A Álex le gustaba Laura, y Miguel y yo, éramos los únicos que lo sabíamos. Cuando llegó Laura al colegio, estábamos sólo nosotros tres, y desde ahí, le gusta bastante, más bien. Está enamorado de ella desde hace dos años, aproximadamente.- Pues mal… Bueno, bien, pero mal por que no estoy con ella… No sé si me entiendes.
-Sí… Te entiendo.- Álex suspiró y bajó la mirada. Puso sus antebrazos sobre sus piernas y se puso a jugar con sus manos. Estuvimos callados un buen rato. Él jugando, y yo observándolo.- Deberías decírselo.- Dije cortando el silencio.
-¿Por qué?- Dijo dejando de jugar con sus manos.
-Porque hay que arriesgarse en esta vida.
-No quiero perderla como amiga, Loren.- Dijo finalmente mirándome a los ojos preocupadamente.
-Ya lo sé… Pero… ¿Quieres que hable con ella?- Dije intentando solucionar mi metedura de pata. A Laura no le gustaba nadie, pero siempre dijo que Álex era mono… A lo mejor, con un poco de presión, llegaban a ser algo.
-Bueno… No la fastidies, ¿eh?- Dijo bromeando. Mi Álex había vuelto a su estado natural. Volvía a tratarme igual que siempre, sin intención sanitaria, ni psicóloga. Como amigo.
-Ja, ja, ja.- Dije intentando parecer seria, pero finalmente, se convirtió en una verdadera risa.
-Venga, vamos Loren. Quiero saber qué ha pasado con este Tom…
-Ya… Vamos.
-Tranquila, todo está bien. No se merece tenerte…-Dijo dándome otro abrazo. Lo acepté.
-Ya… Supongo.




PABLO

Abrí los ojos. Mi estómago rugía y decidí volver a casa. Al cabo de unos cuarenta minutos, llegué a casa. Entré a la cocina y vi una nota escrita a lápiz.

Mamá, papá y yo nos hemos ido al zoo. Jorge duerme.
Adiós, Juan.

Mi hermano pequeño, Juan, tenía siete años. Nos llevamos años porque mis padres me tuvieron muy jóvenes. Fui a mi cuarto, donde suele dormir Jorge, a pesar de que tuviera su propia habitación y lo vi. Roncaba, como siempre. Me reí, pero me dolió el pecho, ya no tanto como antes, pero me dolió. Jorge me oyó, y se despertó enseguida.

-¿Ves? Tengo el sueño ligero.- Dijo satisfecho.- Te he oído reír.
-Ya… Lo que tú digas… Lo tienes ligero ahora…- Dije riendo.
-¿Qué hora es?- Dijo.
-Son las dos y media… De la tarde. Juan y nuestros padres se han ido al zoológico.
-Ah… ¿Y no me llevan?- Dijo riendo y estirándose.- Joder, qué sueño. La próxima vez no nos quedamos hasta tan tarde con la play…
-Dímelo a mí… Llevo un día…
-¿Qué ha pasado? ¿Has quedado con Ana, eh, pillín?- Dijo riendo.
-Sí he quedado con Ana… Vamos a la cocina y te cuento.
-Va.

Salimos de nuestro cuarto y fuimos a la cocina. Preparamos unos bocatas de jamón ibérico y nos sentamos en los sofás. Cada uno ocupábamos uno. Los sofás hacían una L y nuestros pies estaban perpendiculares. De aquel modo, podíamos mirarnos a la cara sin tener que levantarnos.

- Venga, suéltalo ya. ¿Qué ha pasado con Anitolis?
-No la llames Anitolis…- Dije riéndome.
-¿Por qué? Si es una finolis…- Jorge siempre la llamaba así, ya que según su opinión, es una niña pija y fina.
-Bueno, me da igual. No le llames así… Bueno, te cuento. Que en la parada del bus, me he encontrado a los tíos que se peleaban hace unas semanas… ¿Los de la pelea en la que nos metimos y acabamos en comisaría? – Jorge asintió atentamente- Pues con esos. Y me han pegado en todo el pecho y en la rodilla. Un tipo en el bús, un médico muy joven, me ha ayudado a respirar mejor y tal… Y bueno, en cuanto he llegado al Retiro, he visto a Ana con el móvil, sonriendo.
-Joder, ¿pero estás bien, tío?- Dijo preocupado.
-S, Jorge, déjame acabar coño.- Dije perdiendo empezando a recordar las palabras de Ana.
-Oh… Ya sé lo que va a pasar. Anitolis se enfada contigo, ¿verdad?- No le contesto.-¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Como siempre. Déjame adivinar…- Jorge se aclaró la voz y empezó a imitar a Ana.- ‘Uf- se abanica con la mano- Pablo, no me quieres nada.- Jorge se frota los ojos en signo de llantos.- Déjame en paz, no quiero hablar.’ ¿A que sí, a que sí?- Dijo concluyendo su pequeña imitación.- Acabé riendo, por los gestos tan mal imitados. Ana no se movía así… Ella es ella, y la quiero.
-Pues no… Mucho peor. Me ha dicho que me fuera. Que era un monstruo y que la odiaba. Y se ha ido llorando… Macho, yo no la entiendo. Y lo peor es que con ese movil estaba feliz y cuando me ha visto cojear, se ha cabreado.
-Tío, no estará con otro, ¿verdad?- Dijo finalmente Jorge.

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sábado, 21 de enero de 2012

#11 Kilómetros

PABLO

Habían pasado ya más de siete paradas, y quedaban unas pocas para la mía. Quedaba poco para ver a mi Ana. Ana… ¿Qué le diría cuando me viera en aquel estado? La última vez que me metí en una pelea, o que me hicieron daño, ésta se enfadó conmigo. Dijo que por qué le hacía eso. Claramente, no la entendí. ¿Se creía que me gustaba meterme en peleas y salir herido?

Llegó mi parada y la vi esperando sentada, mirando su móvil y sonriendo. ¿Qué pasaba? ¡Bah! No le hice caso. Mejor que estuviera contenta, así no se enfadaría. Bajé lentamente del autobús. Fui andando hasta Ana, y ésta, al verme, metió su teléfono rápidamente en su bolso. Se levantó y vino hacia mí.

-¡Mi amor!- Dijo sonriendo extrañamente.
-Hola Ana. ¿Qué tal estás?
-Bien y tú… ¿Qué te ha pasado en la pierna? ¿Por qué andas cojo?- Dijo elevando el tono. Ya empezaba. Su rostro cambió drásticamente. Hizo una mueca al ver que no contestaba.- ¡Contéstame!- dijo perdiendo la paciencia.
-Nada… Unos.- Dije entrando al parque.-¿Vamos?
-¿Cómo que unos? ¿A qué te refieres?- Dijo Ana a mis espaldas. Me atrapó enseguida, ya que no andaba muy bien. Se puso delante de mí.- ¿Me lo explicas, cari?- Dijo dulcemente.
-No, unos… Que me han pegado de repente en la parada del bus.- Dije empezando a enfadarme. ¿Por qué era así de histérica y malhumorada?
Ana empezó a andar rápidamente.
-¡Oye, espérame!- Dije alzando la voz para que me oyera.-¿A dónde vas, Ana?
-A otra parte, lejos de ti.- Me paré en seco. ¿Había oído bien? Intenté acelerar el paso, pero el pecho y la rodilla me fallaron.
-Ana, espérame…
Se paró en seco y se giró hacia mi. Vi sus ojos vidriosos…
-No llores, mi vida. No llores…- Dije. Sin ningún motivo.
-¿Por qué no puedo llorar? ¿Ahora mandas en mis sentimientos, o qué?
-¿Cómo? Lo digo porque te quiero, porque no quiero verte llorar… Me hace daño…- Dije intentando calmarla a la vez que me acercaba a ella.
-¡Aléjate! ¡Vete!- Dijo gritando. Sus lágrimas corrían más rápidas por sus mejillas de porcelana.
-¿Por qué?- Dije a la vez que mi mano se acercaba a la mano que secaba sus lágrimas.
-Te odio. ¡Eres un monstruo!- Dijo con una mueca en la cara. La cogí y la abracé.
-No digas eso… Sabes que te amo. No soy…- Dije tragándome mis sentimientos.-Un monstruo.
-¡Sí que lo eres!- dijo apartándome con un empujón en todo el pecho. Me hizo daño. Por dentro y por fuera. No podía más. ¿Por qué tenía esos arrebatos de humor? ¿Por qué estaba feliz antes de verme, y después malhumorada?

Se fue andando hacia la salida, y me dejó ahí. Con el ‘’te odio.’’ Con el ‘’eres un monstruo’’ y el corazón confundido. Miré hacia atrás, y la vi. Saliendo del parque. Yo, en cambio, me sumergí aún más en el parque.

Al cabo de un rato, encontré una fuente. Me acerqué y bebí agua. Me refresqué la frente y la nuca. Hacía calor para un mes de marzo. Miré a mi alrededor y no había nadie. La gente estaba en sus casas, comiendo o viendo la televisión. Me senté en un banco y miré al cielo. Pensé en Ana. En su comportamiento hacia mí. En su malhumor. En sus cambios drásticos, en sus muecas. En sus besos. En sus tiernos besos. En nuestros casi doce meses juntos. Faltaba menos de un mes, y estábamos así. En aquella situación. Me fundí en mis pensamientos y cerré los ojos lentamente. 


Aiiinshh pequeñoos :3 Pues aquí está Pablo, con sus 'típicas' peleas con Ana...
Siento tardar y tal en publicar, y bueno, eso x)
Carmeeeeeeeeeeeeen :3
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